Sin embargo, la obra de Isabel de Obaldía reivindica su pasado, está muy apegada a la historia precolombina de Panamá y a su entorno natural, de los que la artista extrae sus fuentes de inspiración, con una fuerte carga simbólica con imágenes de aroma tribal. La memoria y la tradición cultural son constantes puntos de reflexión para esta artista y el suyo, un lenguaje simbólico.
Isabel realiza esculturas con vidrio fundido en moldes cerrados y abiertos, estos últimos de arena -sandcasting-, lo que explica el aspecto terroso y texturado de sus piezas, que aprendió del sueco Bertil Vallien en un curso de verano de la Pilchuck Glass School. También es una gran pintora de lienzos en formatos de proporciones considerables, con pincelada suelta y expresionista, riqueza y fuerza en el color. Sus lienzos suelen acompañar las exposiciones de esculturas con vidrio.
En 2003/04 nos hizo una inolvidable exposición en el MAVA compuesta por 18 esculturas y 10 virografías -una técnica de estampación sobre papel que tiene el vidrio como base- titulada "Transfiguraciones". Esculturas zoomorfas y antropomórficas con torsos y extremidades montadas sobre acero que actuaban de soporte de flora y fauna: arañas, salamandras o palmas y ramas, en una suerte de traje que se mimetiza y funde con la naturaleza mas salvaje. Formas humanas de semidioses, figuras mitológicas, que concentran la fuerza animista del entorno natural. Algún critico especialista en antropología americana sugiere que las esculturas antropomórficas que desarrolla la artista recuerdan a los muñecos o títeres totémicos, donde la ausencia de las extremidades o la cabeza de los cuerpos representa las luchas ancestrales por la supervivencia en el territorio.