Le fascinaba el vidrio, aunque tenía escasos conocimientos técnicos. Fue la práctica y el tesón los que le fueron abriendo caminos, hasta ser capaz de realizar obras muy complejas, donde las piezas en módulos se encajaban hasta conformar la obra completa. Para esto, fue también fundamental el encuentro en 1975, con el joven -20 años-Pedro García (Arandina, Burgos, 1954) que al contrario que él, conocía el oficio porque venía de haber aprendido en la cristalería familiar, aquí, en Alcorcón. Esto no es óbice para que advirtamos que, por entonces, las herramientas para trabajar el vidrio en obras de arte contemporáneo no estaban ni de lejos tan desarrolladas como ahora. Por herramientas también nos referimos a los pegamentos, gran caballo de batalla de los primeros artistas que escogían el vidrio frio laminado como técnica. De ahí que veamos en la exposición numerosas obras donde se perciben restos del pegamento que “mancha” las piezas, o bien, que los acabados en el corte no sean tan perfectos como estamos acostumbrados a ver en la inmensa mayoría de obras que integran la Colección del MAVA.
Desde el punto de vista de la conservación y la restauración, estas obras han supuesto un auténtico reto para el equipo del MAVA.